- El machismo tiene formas diferentes en cada lugar; los países desarrollados no están exentos.
- El protagonismo social de la mujeres resquebraja un esquema que se había mantenido por siglos, destaca investigador.
- El movimiento feminista planteó un debate que los hombres ahora retoman.
La cada vez mayor emancipación de la mujer en el mundo contemporáneo ha puesto en crisis el modelo tradicional masculino, en el cual los hombres son los únicos que pueden proveer, ser exitosos, ejercer el poder y gobernar.
Este modelo, que se ha perpetuado por siglos, hoy comienza a resquebrajarse por el mayor protagonismo social de las mujeres y porque cada vez son más los hombres que empiezan a estar agotados de representar un papel que exige mucha competitividad. Así que, si bien aún perdura el modelo tradicional, el cual alcanza su más extrema expresión en el aumento de feminicidios, comienzan a surgir nuevas masculinidades, es decir, hombres que, desde la perspectiva de género, quieren un sistema más equitativo.
Julio César González Pagés, investigador de la Universidad de La Habana, Cuba, es coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades, la cual, en los 28 países donde tiene representación, impulsa a escala regional una nueva forma de ser hombre.
–¿Qué significa asumir una nueva masculinidad?
–Es asumir un concepto ideológico que viene del debate de equidad. Es romper con una estructura hegemónica, que se asume desde la educación, en la cual se piensa que los hombres somos los únicos que podemos proveer y gobernar. El discurso de la nueva masculinidad nos da a los hombres la posibilidad de otros derroteros, donde –desde la cultura– podemos replantearnos estructuras que pensábamos eran inamovibles.
–¿Cuál es el punto de partida del cambio?
–El movimiento feminista, el cual planteó nuevos espacios para las mujeres que antes eran hegemónicos de los hombres. La crisis del modelo tradicional de las mujeres cambió cuando el feminismo se planteó una reflexión, pero los hombres no tuvieron la oportunidad de hacer ese planteamiento en el debate de género. Entonces, así como las mujeres han cambiado por un mundo más equitativo, los hombres con sensibilidad social nos estamos planteando qué podemos aportar para construir ese mundo. Hoy las mujeres ocupan más plazas universitarias, en cambio los hombres, acaparamos las estadísticas de criminalidad y tráfico de drogas. ¿Qué pasó? Tiene que ver con un diseño de género. También intentamos que este discurso no sólo sea académico, sino que se introduzca en los movimientos sociales. A veces pensamos que porque somos de izquierda somos ideológicamente más correctos en estos temas, y no es así, ya que la izquierda y la derecha tienen en común que son igualmente patriarcales.
–¿Cuáles son los miedos de los hombres para cambiar?
–El principal es a la homosexualidad. Suponen que si un hombre cambia su masculinidad, cambia su opción sexual. Eso pasa sobre todo en los sectores que tienen estructuras masculinas más hegemónicas, como los militares. Pero el cambio que se plantea, independientemente de la opción sexual que se tenga, es en el orden de los poderes y de la hegemonía. Un mundo gobernado por hombres y mujeres sería mucho más justo porque la mitad del mundo son mujeres.
–¿Las sociedades latinoamericanas son tan machistas como se cree?
–El machismo tiene formas diferentes en cada lugar. Tal vez aquí el estereotipo tiene que ver con bigotes, pistolas y sombreros; sin embargo, las estadísticas dicen que los países donde más mujeres mueren asesinadas por arma de fuego son Estados Unidos y Suiza. Los países pobres siempre tenemos una lupa sobre nosotros, porque se cree que somos más agresivos. No obstante, y sin restarle importancia a la cuota de violencia que tenemos, nuestra región está dando pasos muy importantes en la creación de nuevas masculinidades y en desprendernos del macho latino.
–¿Qué es lo que más le cuesta a los hombres a la hora de cambiar?
–Hablar de sí mismos, no tenemos el menor nivel de intimidad entre nosotros para poder socializar el mínimo problema y si la persona no tiene disposición de recibir otra cultura, se está arando en el mar. Además, si seguimos recibiendo imágenes en películas de Rambo o canciones de reggaetón, que refuerzan los estereotipos, incitan a la violencia, a la dureza, a no ceder y a ver las mu- jeres como objetos sexuales, entonces será muy difícil cambiar.
–¿Cómo convencer a los hombres que tienen que cambiar? ¿Qué ganan si cambian?
–No se trata sólo de lo que ganan, sino también de lo que pierden. Cuando un hombre tiene la masculinidad hegemónica pierde aspectos de su vida, como familia, amigos y el criar los hijos. Sin embargo, si cambia gana en salud mental y en tiempo, ya que los hombres nunca tienen tiempo porque están compitiendo para conseguir lo que no tienen.
- El protagonismo social de la mujeres resquebraja un esquema que se había mantenido por siglos, destaca investigador.
- El movimiento feminista planteó un debate que los hombres ahora retoman.
Mariana Norandi
Periódico La Jornada
Domingo 3 de enero de 2010, p. 25
Periódico La Jornada
Domingo 3 de enero de 2010, p. 25
La cada vez mayor emancipación de la mujer en el mundo contemporáneo ha puesto en crisis el modelo tradicional masculino, en el cual los hombres son los únicos que pueden proveer, ser exitosos, ejercer el poder y gobernar.
Este modelo, que se ha perpetuado por siglos, hoy comienza a resquebrajarse por el mayor protagonismo social de las mujeres y porque cada vez son más los hombres que empiezan a estar agotados de representar un papel que exige mucha competitividad. Así que, si bien aún perdura el modelo tradicional, el cual alcanza su más extrema expresión en el aumento de feminicidios, comienzan a surgir nuevas masculinidades, es decir, hombres que, desde la perspectiva de género, quieren un sistema más equitativo.
Julio César González Pagés, investigador de la Universidad de La Habana, Cuba, es coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades, la cual, en los 28 países donde tiene representación, impulsa a escala regional una nueva forma de ser hombre.
–¿Qué significa asumir una nueva masculinidad?
–Es asumir un concepto ideológico que viene del debate de equidad. Es romper con una estructura hegemónica, que se asume desde la educación, en la cual se piensa que los hombres somos los únicos que podemos proveer y gobernar. El discurso de la nueva masculinidad nos da a los hombres la posibilidad de otros derroteros, donde –desde la cultura– podemos replantearnos estructuras que pensábamos eran inamovibles.
–¿Cuál es el punto de partida del cambio?
–El movimiento feminista, el cual planteó nuevos espacios para las mujeres que antes eran hegemónicos de los hombres. La crisis del modelo tradicional de las mujeres cambió cuando el feminismo se planteó una reflexión, pero los hombres no tuvieron la oportunidad de hacer ese planteamiento en el debate de género. Entonces, así como las mujeres han cambiado por un mundo más equitativo, los hombres con sensibilidad social nos estamos planteando qué podemos aportar para construir ese mundo. Hoy las mujeres ocupan más plazas universitarias, en cambio los hombres, acaparamos las estadísticas de criminalidad y tráfico de drogas. ¿Qué pasó? Tiene que ver con un diseño de género. También intentamos que este discurso no sólo sea académico, sino que se introduzca en los movimientos sociales. A veces pensamos que porque somos de izquierda somos ideológicamente más correctos en estos temas, y no es así, ya que la izquierda y la derecha tienen en común que son igualmente patriarcales.
–¿Cuáles son los miedos de los hombres para cambiar?
–El principal es a la homosexualidad. Suponen que si un hombre cambia su masculinidad, cambia su opción sexual. Eso pasa sobre todo en los sectores que tienen estructuras masculinas más hegemónicas, como los militares. Pero el cambio que se plantea, independientemente de la opción sexual que se tenga, es en el orden de los poderes y de la hegemonía. Un mundo gobernado por hombres y mujeres sería mucho más justo porque la mitad del mundo son mujeres.
–¿Las sociedades latinoamericanas son tan machistas como se cree?
–El machismo tiene formas diferentes en cada lugar. Tal vez aquí el estereotipo tiene que ver con bigotes, pistolas y sombreros; sin embargo, las estadísticas dicen que los países donde más mujeres mueren asesinadas por arma de fuego son Estados Unidos y Suiza. Los países pobres siempre tenemos una lupa sobre nosotros, porque se cree que somos más agresivos. No obstante, y sin restarle importancia a la cuota de violencia que tenemos, nuestra región está dando pasos muy importantes en la creación de nuevas masculinidades y en desprendernos del macho latino.
–¿Qué es lo que más le cuesta a los hombres a la hora de cambiar?
–Hablar de sí mismos, no tenemos el menor nivel de intimidad entre nosotros para poder socializar el mínimo problema y si la persona no tiene disposición de recibir otra cultura, se está arando en el mar. Además, si seguimos recibiendo imágenes en películas de Rambo o canciones de reggaetón, que refuerzan los estereotipos, incitan a la violencia, a la dureza, a no ceder y a ver las mu- jeres como objetos sexuales, entonces será muy difícil cambiar.
–¿Cómo convencer a los hombres que tienen que cambiar? ¿Qué ganan si cambian?
–No se trata sólo de lo que ganan, sino también de lo que pierden. Cuando un hombre tiene la masculinidad hegemónica pierde aspectos de su vida, como familia, amigos y el criar los hijos. Sin embargo, si cambia gana en salud mental y en tiempo, ya que los hombres nunca tienen tiempo porque están compitiendo para conseguir lo que no tienen.
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